El Mundial sirve para detectar casos de ceguera. Quizá os sorprenda, pero es así. Lo he comprobado. Se trata de una ceguera futbolística, pero ceguera al fin y al cabo. Y es una pena, porque la gente que la sufre es incapaz de disfrutar de algo tan maravilloso como es el Mundial de fútbol.
Sirva como ejemplo de esta ceguera lo que el otro día me dijo alguien en Twitter. Que tenía ganas de que acabase el Mundial y empezase el fútbol de verdad. Encima me lo dijo después de un partido tan histórico e irrepetible como fue el de Alemania aniquilando a Brasil en su casa en una semifinal de mundial. Me asombra que pueda haber gente que piense así. Y no es el único.
Puedo entender perfectamente que alguien se motive más con su equipo. Lo que no puedo admitir es que se diga que la competición de equipo sea mejor que el Mundial. Creo que quien así piensa se equivoca profundamente. También creo que son personas que únicamente aman a su equipo y no al fútbol como deporte. En su derecho están. Pero las tonterías hay que pararlas.
Cualquier competición de equipos queda muy lejos de lo que supone un Mundial. El Mundial es historia pura del fútbol. Es leyenda. Se trata del mayor acontecimiento deportivo a nivel mundial. Reúne a millones de espectadores en todo el mundo.
Es fútbol en estado puro. Un evento único y extraordinario cuya dimensión es tremendamente superior a cualquier competición entre equipos. Los jugadores, desde niños, sueñan con ganar un Mundial para su país. Es la mayor gloria.
Incluso la Champions, la mejor competición de clubes a nivel mundial, se arrodilla ante la relevancia de un Mundial. La Champions también te hace pasar a la historia, qué duda cabe. Pero nunca será lo mismo. Se celebra cada año. Los partidos son a ida y vuelta.
El Mundial se juega cada cuatro años. La gente lo espera con ansia. Los partidos son a vida o a muerte empezando desde la fase de grupos. Es un mes histórico que cada cuatro años te lleva al Olimpo del fútbol o a su infierno. No hay escenario que se le pueda comparar.
Me decían también el otro día que para partido histórico el del 2-6 del Barcelona al Madrid. Sin duda, claro que lo es. Como si el Madrid ganase mañana 10-0 al Barça. Pero ese recuerdo queda para las dos aficiones que lo vivieron. Y punto. Que alguien vaya a Perú, o a Inglaterra, y pregunte por ese partido dentro de diez años. Y después, que hagan la misma prueba con el Alemania 7-1 Brasil. Verán los resultados.
Al final llego a la conclusión de que el fútbol español está enfermo. Enfermo de forofismo y de ciegos que sólo saben ver Madrid-Barça. Hay madridistas que no quieren ni imaginarse a Messi ganando el Mundial con Argentina. Y supongo que pasaría al revés con Cristiano. Aficionados cerrados que únicamente aprecian el fútbol cuando son los suyos quienes se juegan algo. Aficionados a los que el fútbol les resulta algo completamente ajeno.
Cada día me aburre más la rivalidad Madrid-Barça. Hace que cada vez me guste menos el fútbol de equipos y mucho más el Mundial, la Eurocopa y la Copa América. Me parece un fútbol más puro, menos contaminado por lo de siempre. Durante un mes, descanso de Madrid y Barça. Descanso de si el árbitro ha ayudado a estos o a los otros. Descanso de si Cristiano ha metido un gol más o menos que Messi. Uno es consciente de lo ridículo de todo eso cuando cada cuatro años llega el Mundial y echa a rodar el balón.
Así que yo, como tantos otros, seguiré siendo amante del fútbol por encima de la afición personal por mi equipo y seguiré disfrutando de este precioso deporte aunque no sean los míos los que jueguen. El fútbol me devuelve con creces esta pasión. Os lo aseguro. Y que así sea por muchos años.