Es uno de los cánticos que triunfan en el Vicente Calderón
desde hace tiempo: "Enamorado del Atleti, no lo puedes entender",
cantan orgullosos los aficionados rojiblancos a orillas del Manzanares. Y yo
niego la mayor. Porque creo que sí lo puedo entender. Lo he intentado entender
y creo que lo he conseguido. Aunque puede que sólo sea una cosa mía.
Puedo entenderlos, digo, porque dicen que el amor es sufrir
y el seguidor colchonero es sufridor por naturaleza. Está curtido a base de
heridas de las que tardó en recuperarse 19 días y 500 noches. Ahí está Lisboa.
Schwarzenbeck. O los años en el infierno. Pero también está el Doblete, la
Europa League o la final de Copa en el Bernabéu. Quizá el sufrimiento haya sido
más frecuente. Por eso el éxito aquí sabe a gloria.
El atlético sabe muy bien que su equipo no le va a regalar
felicidad cada temporada, pero sabe también que cuando esta llegue, se
desbordarán las emociones y puede que las lágrimas. Porque mientras algunos se
acaban aburriendo de su propia felicidad, otros, cuando alcanzan la victoria,
garantizan el éxtasis en los suyos.
Ahora viven tiempos felices en el Paseo de los Melancólicos,
al que habrá que cambiarle el nombre si esta época se prolonga en el tiempo. El
culpable es Diego Pablo Simeone, el Cholo. Simeone es, además del mejor
entrenador de la historia del equipo, el que mejor se identifica, el que mejor
entiende lo que es el Atleti. Porque derrocha coraje y corazón en cada palabra
y en cada gesto. Porque hace soñar a lo grande.
Simeone es puro Atleti. Y siendo puro Atleti, ha sabido
ganarse la admiración de aficionados de otros equipos, incluso de algunos no
futboleros, por la pasión que transmite, por enseñar que nadie está derrotado
de antemano, por hacernos creer en el esfuerzo como forma de superarnos y
enfrentarnos a las adversidades. Porque él ha demostrado que "si se cree y
se trabaja, se puede" y que nunca hay que dejar de creer.
Por todo esto, sí puedo entender que los suyos estén
enamorados del Atleti. Aunque yo he vivido siempre a orillas del Manzanares y a
lo mejor no soy de fiar. Pero dígame, mirándome a los ojos, que no ha deseado
usted ser del Atleti en algún momento durante los últimos años y vivir lo que
están viviendo ellos.
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