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Hoy celebramos San Valentín y este blog no quería quedarse
al margen de una fiesta en la que se celebra un sentimiento que, con
frecuencia, transforma nuestras vidas. El amor puede ser desbordante.
Desolador. Entusiasmado. Engañoso. Trágico. Arrebatador. Cegador. Incluso
divertido. El amor es el sentimiento más bonito que podemos sentir. Todos
estamos capacitados para sentirlo. Nadie puede permanecer inmune a la pasión.
Hablamos del amor de pareja, del que uno comienza a sentir por alguien hasta
sentirle como imprescindible. Pero hay mil formas de sentirlo. Puede ser
duradero, pero también puede ser un amor fugaz, de un trayecto de metro, de una
conversación de una noche en un bar, de una sonrisa cruzando una calle. ¿Por
qué no regalarle una rosa al desconocido o desconocida de la biblioteca? El
amor nunca debe ser menospreciado. Por nada ni por nadie. Cualquier historia de
amor es válida porque no hay en ella obligación de seguir los senderos de la
lógica. Disfrutémoslo de la mejor forma que se nos ocurra, tengamos o no
tengamos pareja.
Los grandes
escritores han vivido el amor por todo lo alto. Y supieron reflejarlo muy bien.
Algunos perdieron la cabeza. Tuvieron sus musas y a ellas dedicaron sus
historias. Hundidos a veces en el dolor más visceral y extasiados de felicidad,
otras. Hoy he querido darles voz a ellos y
a cómo expresaron el amor. Lo que sintieron en
diferentes momentos. Son fragmentos de novelas, de cartas, de autobiografías,
en los que sus sentimientos más ocultos quedan al desnudo. Espero que los
disfrutéis y os emocionéis aunque sea un poco leyendo algunos de estos textos.
Y si queréis compartir en los comentarios algunos que os gusten a vosotros y
que no figuren aquí, estaré encantado. Son muchos los escritores y escritoras e
innumerables sus grandes pasiones. Aquí va mi selección. Y que no se me olvide, Feliz San Valentín a todos y a todas.
- El enamoramiento de Honoré de Balzac:
La condesa polaca Eveline Hanska fue el gran amor del escritor Honoré de Balzac. Mantuvieron una relación por correspondencia, estando ella casada, desde 1832 hasta 1850. Su marido falleció en 1841 pero no fue hasta 1850 cuando finalmente se casó con Balzac, que murió tan sólo cinco meses después de haber visto hacerse realidad su tan ansiado sueño. Esto le decía el escritor francés a su amada:
"Estoy prácticamente loco por ti, tanto como uno puede estar loco: no puedo unir dos ideas sin que tú te interpongas entre ellas. No puedo pensar en nada más que en ti. Me siento tonto y feliz tan pronto pienso en ti".
- La angustia tras una pelea, por Rimbaud:
Los poetas malditos Arthur Rimbaud y Paul Verlaine mantuvieron una relación muy pasional durante unos años, con muchas idas y venidas. En uno de esos momentos en los que parecían alejarse definitivamente tras una pelea, el joven Rimbaud le dedicaba estas palabras a su amado, el cual había abandonado a su mujer y a su hijo por él.
"Vuelve, vuelve, querido amigo, único amigo, vuelve. Te juro
que seré bueno. Si me he mostrado desagradable contigo, fue tan sólo una broma;
me cegué, y me arrepiento de ello más de lo que puedes imaginar. Vuelve, todo
estará totalmente olvidado. ¡Que desgracia que hayas tomado en serio esta
broma! No paro de llorar desde hace dos días. Vuelve. Sé valiente, querido amigo.
Nada está perdido todavía. (…) No me olvidarás ¿verdad? No, tú no puedes
olvidarme. Yo te tengo aquí siempre. Di, contesta a tu amigo ¿acaso no
volveremos a vivir juntos los dos? Sé valiente, contéstame pronto. No puedo
quedarme aquí por más tiempo. Oye sólo lo que te dicte tu buen corazón. Dime
pronto si tengo que reunirme contigo. A ti, para toda la vida. Rimbaud."
- Amor empedernido, según John Keats:
El poeta británico John Keats murió de tuberculosis a la edad de 25 años. Pero tuvo suficiente tiempo para enamorarse perdidamente de Fanny Brawne, a la que amó con locura hasta su muerte. Ella quedó devastada por su pérdida y aunque se casó y tuvo tres hijos, siempre llevó el anillo que él le había regalado. Aquí una carta preciosa de Keats a su amada Fanny.
En este mismo momento tengo la sensación de estar disolviéndome...Si no tuviera
la esperanza de verte pronto me sentiría en el colmo de la desdicha. Tendría
miedo de separarme, de estar demasiado lejos de ti. Mi dulce Fanny, ¿no cambiará
nunca tu corazón?, Amor mío, ¿no cambiarás? Alguna vez me asombró que los
hombres pudieran ir al martirio por su religión. Temblaba de pensarlo. Ahora ya
no tiemblo; podría ir al martirio por mi religión- El amor es mi religión-, y
podría morir por él....
Me has cautivado con un poder que soy incapaz de resistir; y sin embargo lo era
hasta que te vi; y desde que te he visto me he esforzado a menudo en razonar
contra las razones de mi amor. Ya no puedo hacerlo, el dolor sería demasiado
grande. Mi amor es egoísta. No puedo respirar sin ti....
Tu afectuoso
JK"
- La forma correcta de amar, según el romántico Victor Hugo:
En sus cartas a su adorada Juliette Drouet, el autor de Los Miserables explicaba de la siguiente manera su amor, así como la mejor forma para expresarlo.
"Te amo, mi pobre angelito, bien lo sabes, y sin embargo quieres que te lo
escriba. Tienes razón. Hay que amarse y luego hay que decírselo, y luego hay
que escribírselo, y luego hay que besarse en los labios, en los ojos, en todas
partes. Tú eres mi adorada Juliette.
Cuando estoy triste pienso en ti, como en invierno se piensa en el sol, y
cuando estoy alegre pienso en ti, como a pleno sol se piensa en la sombra. Bien
puedes ver, Juliette que te quiero con toda mi alma. Tienes el aire juvenil de
un niño, y el aire sabio de una madre, y así yo os envuelvo con todos estos
amores a un tiempo.
Besadme, bella Juju!"
- El amor de leyenda entre Frida y Diego:
Sin duda, la pintora Frida Kahlo y Diego Rivera protagonizaron una de las pasiones más bonitas de la historia. Cualquiera puede emocionarse con el amor y admiración que se profesaban mutuamente. Tuvieron muchas crisis, muchas infidelidades, primero de él, y luego ya mutuas. Pero se amaron como pocos seres humanos se han amado en la Historia. Comparto aquí en esta ocasión sentimientos de los dos.
Frida: "Te quiero más que a mi propia piel, y que aunque tú no me quieres de igual
manera, de todos modos algo me quieres, ¿no? O si no es cierto, siempre me
quedará la esperanza de que sea así, y con eso me conformo… Quiéreme tantito.
Te adoro."
Diego, cuando Frida murió: "Yo me he dado cuenta de que lo más maravilloso que me ha pasado en mi vida ha sido mi amor por Frida".
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- Cuando dudas sabiéndolo todo, por Pablo Neruda:
No podía faltar si se habla de amor y escritores el autor de la poesía más triste y realista que nadie ha escrito jamás. Sí, hablamos del chileno Pablo Neruda, que a pesar de amar a muchas mujeres, tuvo un gran amor llamado Matilde Urrutia.
"Hay algo más importante que tu y que yo, somos tu y yo. Juntos somos lo que
la pobre gente no alcanza jamás, el cielo en la tierra. Te aprieto a mi
corazón, amor mío, con cuerpo, alma y amor..".
Y esta otra frase, corta, pero que me parece que describe muy bien una sensación que todos hemos tenido en algún momento u otro de nuestras vidas, dudas pero lo sabes:
"No sé si te quiero, pero te quiero".
- Acabas de conocer a alguien y ya sabes que te cambiará la vida, por Carlos Barral:
El poeta y editor Carlos Barral conoció a Yvonne. Nacía entonces una historia de amor que quedaría profundamente ligada al pueblo de Calafell, en Tarragona. En esa localidad marítima se casaron un 4 de octubre de 1954. Esta reflexión hacía Barral en su libro de memorias Años de penitencia.
"El encuentro con Yvonne había movido mi centro de gravedad, modificando mi posición de equilibrio con respecto al mundo que me rodeaba o, mejor, había como desplazado la idea que me venía haciendo de mí mismo. Desde el principio, desde los primeros e inocentes paseos, caí en la cuenta de que aquella relación, si conseguía hacerla prosperar, estaba destinada a determinar el proyecto definitivo de mi vida, a sosegar las ensoñaciones aventurescas de la última adolescencia y a enraizarme. Porque mi amor era espléndido, cegador, y era, en efecto, una experiencia definitiva".
- La tentación de negar el amor, por Hemingway:
En su maravillosa novela Por quien doblan las campanas, Ernest Hemingway cuenta una muy bella historia de amor. El protagonista de la novela es Robert Jordan, un americano que lucha en el bando republicano y que se enamora de María, una joven que le hará recuperar la ilusión por la vida.
"No te engañes a ti mismo y trates de
negarlo todo y de estropearlo todo. Estabas perdido desde el momento en que
viste a María. En cuanto ella abrió la boca y te habló, quedaste flechado, y lo
sabes. Y ya que te ha llegado lo que nunca creíste que te podría llegar, porque
no creías que existiera, no hay motivos para que trates de negarlo, ya que
sabes que es una cosa real [...] ¿Por qué mentir? Te sentiste extraño
interiormente cada vez que la mirabas y cada vez que ella te miraba a ti."
- La nostalgia tras echarlo todo a perder, por Scott Fitzgerald y Zelda.
Otra gran pareja de esas en las que no puedes hablar únicamente de uno de los dos. Se conocieron en un baile en un club de campo en Alabama, se casaron en 1920, porque no querían perderse ni un minuto de la Década Feliz que estaba a punto de comenzar, se amaron, brillaron como las estrellas más brillantes del firmamento, se detestaron y echaron todo al traste. Una pareja que se amó, que se admiró, que fue la más feliz sobre la faz de la Tierra durante muchos años, y la más desgraciada del universo años más tarde. Él murió de un infarto mientras escuchaba un partido de fútbol por la radio. Ella murió años más tarde, al incendiarse el hospital psiquiátrico en el que permanecía ingresada desde hacía mucho tiempo. Hay un detalle bonito en este amargo final: Scott y Zelda fueron enterrados juntos, en Maryland, gracias a la insistencia de "Scottie", el apelativo cariñoso que los dos daban a su única hija, que sabía que sus padres se quisieron por encima de todas las cosas y quería que descansasen juntos eternamente. Aquí va un texto de cada uno, del libro Querido Scott, Querida Zelda:
Scott Fitzgerald:
"Te necesito aquí. La tristeza del pasado me acompaña siempre. Las cosas que
hicimos juntos y las cicatrices atroces que nos convirtieron en el pasado en
supervivientes de guerra persisten como una especie de atmósfera que rodea
todas las casas que habito. Las cosas agradables y los primeros años juntos, los
meses que pasamos hace dos años en Montgomery me acompañarán siempre y tienes
que creer como yo que podemos recuperarlos, si no en una nueva primavera, en un
nuevo verano. Te quiero, amor mío, cariño."
Zelda:
Queridísimo y siempre, Queridísimo Scott:
La idea del
esfuerzo que has hecho por mí, el sufrimiento que ha causado esta nulidad sería
insoportable para cualquiera salvo para un mecanismo completamente vacuo. Si yo
tuviera sentimientos serían todos de gratitud a ti y de pena por el hecho de
que de toda mi vida no quede el más pequeño vestigio del amor y la belleza con
que empezamos para ofrecértelos al final.
Has sido tan bueno conmigo... y cuanto puedo decir es que existió siempre esa
corriente más profunda en mi corazón: mi vida: tú.
¿Recuerdas las rosas del patio de los Kinney... eras tan amable y yo pensaba
«es la persona más encantadora del mundo» y tú dijiste «cariño». Aún lo eres.
La tapia estaba húmeda y cubierta de musgo cuando cruzamos la calle y dijimos
que amábamos el sur. Yo pensaba en el sur y en un pasado feliz que nunca tuve y
creía que era parte del sur. Tú dijiste que amabas esta tierra preciosa. La
glicina de la cerca era verde y la sombra era fresca y la vida era vieja.
Me gustaría haber pensado alguna otra cosa, pero era una idea cómplice,
romántica y nostálgica. Cuando me quité el sombrero tenía el cabello húmedo y
me sentía segura y hogareña y a ti te complacía que me sintiera así y fuiste
respetuoso. Volvimos a casa radiantes y felices todo el camino.
Ahora que ya no hay ninguna felicidad y el hogar ha desaparecido y ni siquiera
existe pasado ni emoción alguna más que las que sean tuyas donde pueda haber
algún consuelo: es una pena que nos hayamos encontrado en desabrimiento y
frialdad donde una vez hubo tanta ternura y tantos sueños. Tu canción.
Me gustaría que tuvieras una casita con malvas y un sicomoro y el sol
vespertino encajado en una tetera de plata. Scottie correría por algun sitio en
blanco, en Renoir, y tú escribirías docenas de libros. Y aún habría miel para
el té, aunque la casa no estuviera en Granchester.
Me gustaría que fueras feliz, si existiera la justicia lo serías, quizá lo seas
de todos modos.
Ay, Do-Do
Do-do.
Zelda
Te quiero de todos modos, aun cuando no exista ningún yo ni ningún amor ni
siquiera vida alguna.
Te quiero.
- Lo que Bukowski echaba de menos del amor cuando se acababa:
Charles Bukowski fue un personaje muy excéntrico. Iba contra todo y contra todos. Un escritor maldito con todas las de la ley. Hoy en día se le considera uno de los escritores más influyentes. En su novela Mujeres, recomendada por la Casa del Libro las pasadas Navidades, describe sus sucesivas e intensivas relaciones con diferentes mujeres. Es en este libro dónde aparece el siguiente fragmento, en el que enumera todas las pequeñas cosas que echa de menos cuando finaliza una relación:
"Yo era sentimental respecto a muchas cosas: unos zapatos de mujer bajo la cama; unas horquillas olvidadas; la manera cómo decían <<Voy a hacer pis>>...; cintas de pelo; pasear por el bulevar con ellas a la 1.30 de la tarde, sólo dos personas caminando juntas; las largas noches bebiendo y fumando, hablando; las discusiones; los pensamientos suicidas; comer juntos y sentirse bien; las bromas, la risa saliendo de ninguna parte; sentir milagros en el aire; estar juntos en un coche aparcado; comparar pasados amores a las 3 de la madrugada; que te dijeran que roncabas, oírlas roncar; madres, hijas, hijos, gatos, perros; algunas veces la muerte y otras el divorcio, pero siempre yendo adelante, viendo a través; leyendo a solas un periódico y comiendo un triste sándwich sintiendo naúseas porque ella ahora estuviese casada con un dentista tartamudo; hipódromos, parques, picnics; incluso cárceles; sus estúpidos amigos, tus estúpidos amigos; tu bebida, sus bailes; tus flirteos, sus flirteos; sus píldoras, tus polvos con otras personas y ella haciendo lo mismo: dormir juntos...".
- El sentimiento de rechazo, por Antoine de Saint-Exupéry:
El famoso autor de El Principito sufrió por su último gran amor. Se ha dicho siempre que era una joven de 23 años de la que Saint-Exupéry estaba enamorado, pero su nombre jamás salió a la luz. Ella nunca correspondió sus sentimientos, lo que le causó una herida que le llevó a escribir estas desgarradoras palabras:
"No hay más Principito, hoy
día ni jamás. El Principito está muerto o se volvió totalmente escéptico. Un
Principito escéptico no es más un Principito. Estoy resentido con usted por
estropearlo", escribió. "No habrá más cartas, teléfono ni
señal. No fui prudente ni pensé que arriesgara pena, pero me lastimé en el
rosal cogiendo una rosa. El rosal preguntará: ¿Qué importancia tenía para
usted? Ninguna, rosal, ninguna. Nada importa en la vida. No más vida. Adiós
rosal".