Cuadro "The times of day" de uno de mis pintores favoritos: Caspar David Friedrich |
Las emociones son buenas, son positivas, nos ayudan, debemos tenerlas en cuenta y procurar entender lo que nos dicen. Ahora bien, dejar que toda nuestra vida se decida por ellas es elegir un mal camino. Soy una persona que se entrega mucho a ellas en todos los aspectos de la vida, y eso me ha traído alegrías pero también unos cuantos disgustos.
Una vez un amigo me habló del razonamiento emocional. Consiste en establecer realidades absolutas basadas única y exclusivamente en nuestras emociones. Explicado de forma sencilla viene a ser un "me siento así, pues esto debe ser así". Razonamos tanto en función de lo que sentimos que elevamos a categoría de verdad absoluta todas nuestras sensaciones.
Y hay ocasiones en las que debemos pararnos, pensar, y analizar racionalmente la situación a la que nos enfrentamos. No pasa nada por dudar de las emociones. Mi amigo me dijo una frase que se me quedaría marcada: "a partir de ahora, vamos a poner en cuarentena nuestras emociones". Eso nos ayuda a saber mejor lo que necesitamos.
A las emociones no hay que darlas demasiado poder. Pero eso no significa que dejes de vivir la vida con intensidad, de entusiasmarte con cada nueva oportunidad, que dejes de ilusionarte por aquellas cosas que creas que merezca la pena que salgan adelante, o de vaciarte en cada beso y en cada abrazo.
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