En el verano de 2006 se cometió una de las mayores injusticias de la historia contemporánea. La Unión Astronómica Internacional (UAI) decidió retirarle la categoría de planeta a Plutón. Os puede parecer una tontería, sé que hay mucha gente que se resguardó en la indiferencia ante semejante atrocidad. Pero no lo es. ¿A santo de qué tenían esos señores que decirle a Plutón que ya no era un planeta? Lo habíamos estudiado así. Y de repente, nos lo cambiaban.
El caso es que me pasé el verano indignado. No concebía las razones por las que se cometía tamaña tropelía con el bueno de Plutón. Me daba pena, de verdad. Me ponía en su lugar y me daba mucha rabia que todo eso estuviese pasando y que nadie hiciese nada por impedirlo. Me caía bien Plutón a mí, jo. No había derecho. Estás en lo más alto y de repente un día, sin haber hecho nada para merecerlo, te quitan de ahí a patadas. El mensaje era desolador. Con 21 años, los señores de la UAI me estaban diciendo que daba igual lo que consiguieses en la vida, que un día de repente podías perderlo todo sin previo aviso y sin explicación. Deseé con todas mis fuerzas que hubiese unos alienígenas ahí dentro y que viniesen para arrasar con la Tierra, a ver quién era planeta y quién no era planeta entonces.
Recuerdo que conseguí transmitir mi monumental enfado a la pandilla de los veranos. Gritábamos "¡Plutón no se toca!", que me parece un cántico perfectamente legítimo para cantar con tus amigos en la playa en una madrugada de verano cuando tienes veintipocos. A las escasas chicas que conocí ese verano les hablaba de Plutón y de lo injusto que era el mundo. Claro, les hablaba de esto a altas horas de la noche y ellas únicamente podían hallarle una explicación en el hecho de que había bebido.
Pero lo que se quedaron sin saber es que no. Que si hubiesen aparecido por la playa, pongamos, a las seis de la tarde, o a la una del mediodía, también les hubiese soltado mi memorable discurso contra ese atropello. Soy una persona a la que no le gusta demasiado que le cambien las cosas, y que coge cariño rápido. Y a Plutón se lo tenía, os lo aseguro. He leído que la NASA podría reconsiderar su decisión y darle de nuevo el estatus de planeta. Me da igual. No podrán hacerme olvidar el dolor del verano del año 2006. Muchas personas no entienden que esta cuestión sea tan importante para mí. Pero es que los adultos no entienden nunca nada, y los de la NASA menos aún.
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