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Las únicas llamas que me gustan en Barcelona son las de su cielo ardiendo |
Cuando estaba en bachillerato, en la asignatura de Historia
la profesora nos habló del movimiento cultural catalán de la Renaixença. Sí, esto
en Madrid, sí. Y en el libro de Historia venía un texto de Valentí Almirall, uno
de los ideólogos del catalanismo político, en el que defendía la necesidad de
poder hablar catalán sin ser insultado. Aquella frase me encantó. Porque ya por
aquel entonces solía tener discusiones con personas de mi entorno defendiendo a
Cataluña y al catalán. He discutido muy fuerte con amigos y no tan
amigos por defender cosas que me parecían de sentido común respecto a Cataluña.
He escuchado mucha música en catalán, me he emocionado con
el Boig per tu y con el Ara que tinc 20 anys de Serrat, me aprendí L´Estaca de
Lluis Llach y, curiosidad, Els Segadors. He leído Últimas tardes con Teresa de
Marsé, he llorado de risa con las novelas de Eduardo Mendoza y me he
desgañitado cantando canciones de Loquillo. Amo la cultura catalana, sea en
catalán o en castellano. Casi nunca he tenido problemas allí, siempre me han
tratado de maravilla. Y he ido mucho, fijaros si he ido mucho que llevo yendo
allí desde que estaba dentro de mi madre, para que os hagáis una idea.
He
tenido la inmensa suerte de conocer grandes amigos allí, a los que guardo, y
guardaré, un profundo y sincero afecto. Y más que inmensa suerte fue lo que
tuve al conocer a mi mujer, una catalana de Manresa que ama Madrid y que vino
un año a estudiar aquí a la capital, en la que nos conocimos. Toda una vida
yendo a Cataluña me ha permitido aprender un idioma, porque entiendo
perfectamente el catalán y a veces lo hablo. Lo aprendí poniendo el oído cuando
mis amigos lo hablaban en la playa, en Calafell. Es poner un poco de interés, nada
más, eso, un poco de interés en conocer al otro.
En más de una ocasión, me he enfadado con personas aquí en
Madrid cuando escuchaba alguna cosa que me parecía una barbaridad. Creo que
esas barbaridades nacen de la ignorancia, no tiene otra explicación. Ignorancia
aumentada por la manipulación de determinados medios que únicamente buscan
separar y alimentar el odio. Unamuno ya dijo, en su época, respecto a esos
medios, que "nos merecemos perder Cataluña".Y yo me he enfrentado, y
me seguiré enfrentando, con uñas y dientes con cada persona que diga una
mentira sobre Cataluña. Las opiniones son libres, pero los hechos son sagrados.
No se puede mentir, jamás. Es un deber ser honestos.
Hace unos años escribí un artículo que se hizo viral sobre
todo entre seguidores del F.C.Barcelona. En él criticaba con dureza el
victimismo y la sinrazón del mourinhismo. A lo mejor a alguno no le parece
comparable, y tiene razón, pero yo voy a lo mental. Porque claro que no es
comparable. En estos últimos años he visto ese victimismo,
esa intolerancia y ese odio en muchos catalanes.
Durante estos días hemos vuelto a escuchar lo de "som
gent de pau". Muy bien. "Gent de pau" que corta carreteras
impidiendo el derecho a la libre circulación del resto de personas que
necesitan moverse. Mi derecho a la libertad está por encima del tuyo, claro que
sí. "Gent de pau" que no quema contenedores pero grita algo tan
fascista como "els carrers seran sempre nostres". Porque sí, porque apropiarse de las calles y decir que
te pertenecen es fascista, lo siento, de verdad, pero es así. Fraga ya dijo en
su momento "la calle es mía" cuando el movimiento de izquierdas se
manifestaba en la Transición. Piensa el fascismo que la calle es suya, siempre. "Gent de pau" que no deja trabajar a los periodistas. "Gent de pau" que dice como Joan Tardá "a la
catalana" como si el resto de pueblos del mundo nos manifestásemos como
unos energúmenos. . Mira, si tú vas en son de paz, de verdad, no insultas, es
de primero de "son de paz".
Tampoco entiendo que no salgan a la calle a protestar por
otros asuntos, me da rabia. Tengo la sensación de que muchas veces solo salen a
la calle cuando se trata de protestar contra España. Cuando CIU hizo recortes, nada.
Cuando aquellos manifestantes protestaron por cuestiones sociales en 2011 en el
Parlament, nadie, absolutamente nadie, salió a defenderlos. Y Jordi Turull, unode los políticos presos ahora, dijo que aquello había sido un golpe de estado yque había que aplicar la ley. Muchos catalanes piensan que criticar lo propio
les hará menos catalanes como otros te dicen antiespañol por criticar cosas que
no te gustan de España. Nacionalismos, mentes enfermas.
Dicho esto, me parece que el independentismo tiene razón en
alguna de sus reivindicaciones y que si fuesen un poco más listos, centrarían
sus esfuerzos en esos temas. La financiación de Cataluña es deficiente, como lo
es la de Madrid o Baleares. No soy economista, pero es algo a lo que habrá que
buscar una solución. Es lamentable que no exista todavía el Corredor
Mediterráneo y sí haya AVES a Toledo, por ejemplo. Y seguramente haya más, que
bien expuestos se podrían entender y compartir.
Ahora bien, echarse al monte y hacer todo lo que se ha hecho
en los últimos años es una locura. Decir, desde un gobierno, que te vas a
saltar las leyes, y saltártelas, es algo que no entraba en mis cálculos, nunca
pensé que fueran tan irresponsables. Lanzar a la gente a votar sabiendo lo que
podía pasar me parece que solo puede pensarlo alguien a quién le da igual su
pueblo. Trapero ya les avisó y les pidió desconvocar el referéndum, y siguieron
adelante con ello con gran temeridad. ¿Hay alguien en el independentismo
dispuesto a reconocer que todo aquello no se debió hacer? No es lo mismo, porque
estaban en la oposición y no hicieron nada ilegal, pero me pareció despreciable
que el PP recogiese firmas contra el Estatut y años después alguien como
Esperanza Aguirre reconoció que pudo ser un error votar en contra de aquel
Estatut. Por cierto, se sitúa el origen de todo ahí y hay que decir que la
votación no superó el 50% del censo y que después de la sentencia del Tribunal
Constitucional, CIU pactó con el PP.
Ha salido la sentencia del Tribunal Supremo. Yo no voy a opinar.
En este país opina de todo todo el mundo, incluso aunque no tengas la formación
suficiente para hablar de un determinado tema. Si han decidido eso, pues ya
está. Pero a los extremos no les ha gustado. El independentismo ha salido a la
calle a protestar y los medios de derechas muestran su decepción con la
sentencia, incluso algún político de derechas ha admitido su decepciónabiertamente. Porque algunos llevan toda una vida queriendo dar un escarmiento
a Cataluña y pensaban que la sentencia sería el momento y resulta que les ha
salido rana y apenas lo disimulan creando así una gran desconfianza hacia la
Justicia, que es uno de los garantes del Estado de Derecho en el que vivimos. A mí la sentencia me parece perfecta y si luego se aplican beneficios penitenciarios, pues que se apliquen. También se han aplicado a Urdangarín o a Oleguer Pujol. El doble rasero es que te moleste que se aplique a unos pero no digas nada de otros.
Yo seguiré esperando a que unos entren en razón (quitar de
en medio a Torra es un primer paso) y a que otros abandonen ya su sueño húmedo
de dar una lección a Cataluña. Quiero que dos líderes responsables se sienten y
hablen de lo que tengan que hablar. Y que se olvide de una vez de que le llamen traidor. A veces un líder lo es porque se atreve a decirle a los suyos cosas
que no les gustará escuchar. Quiero que podamos dejar todo esto atrás y podamos
hablar de sanidad, de educación y del gran problema que tiene este país con la
precariedad, el paro y la desigualdad. Problemas que afectan a todos, sean del
lugar que sean. Lo social une, lo identitario separa, siempre.
Hay un cuadro muy famoso de Goya en el Museo del Prado, el "Dueloa garrotazos". Siempre se dice que representa las dos Españas. Estos días
me ha venido a la cabeza mucho este cuadro pero respecto a Cataluña. Estoy ya
muy cansado, de verdad. Creo que muchos lo estamos, en un lado y en otro. Es
difícil soportar esta tensión. Pido por favor que se dejen de dar garrotazos
entre los extremos y nos abramos paso los que amamos a Cataluña y a España. Porque
sí, las amamos, a nuestra manera, porque no hay una sola manera de amar. Que se deje de insultar al otro de una maldita
vez. La Justicia ya ha hablado, y tenía que hacerlo. Que nadie haga nada que signifique tener que
volver a ella. Ahora es la hora de la política. Toca dialogar y buscar
soluciones. Es su obligación. Y la nuestra, como ciudadanos, es la de reforzar
los mensajes que nos unen, las palabras de unión, cariño y aprecio mutuo que
nos tenemos y que algunos pretenden hacernos olvidar. Ni un garrotazo más, por
favor.