En las últimas semanas, he visto algunos comentarios en
Twitter de gente que no ve Juego de Tronos. En su derecho están y esto no me
causa ningún problema. En todo caso, creo que se pierden algo muy grande. Lo
que sí me causa un problema es cuando, al declarar no verlo, se detecta un tufo
de superioridad que apesta. De presumir de que no te gusta lo que le gusta a
todo el mundo. Que por no consumir lo que consume la plebe estás por encima. El
aura de los exquisitos.
Es una actitud que no entiendo. Y que me irrita un poco. ¿Y
por qué? Porque ese tipo de comentarios suelen provenir de personas
de un alto nivel intelectual.Por eso
mismo me irrito. Porque tengo la sensación de que desprecian el gusto popular
como si fuese algo que estuviese por debajo de su categoría intelectual. Y en
mi pueblo a eso lo llamamos elitismo.
Y además, es que no pueden estar más equivocados, qué queréis
que os diga. Juego de Tronos es una serie de culto, basada en unos libros que
no he leído pero que desprenden imaginación por los cuatro costados, a juzgar
por lo visto en la serie. Es una obra maestra que ha hecho historia reuniendo a
millones de personas delante de la tele. Y lo hace a nivel global y en una
época en la que conseguir eso es realmente una verdadera proeza. Pero ellos, en
vez de esforzarse por entenderlo, declaran orgullosos no verlo. Me resulta
incomprensible si no es por esa necesidad de intentar mostrar que tú eres de
alguna forma superior porque no ves lo que todo el mundo ve.
Juego de Tronos es cultura. La serie cuenta una historia
brillante, llena de giros de guión. Es realista, con tal cantidad de muertes. Tiene
unos diálogos llenos de fuerza. Pero, sobre todo, tiene unos personajes que son
una maravilla, porque son complejos. Y la vida es compleja. Y hay veces en las
que no todo es tan fácil cómo parece. Y esto se refleja muy bien en la
narración. Salvo alguna excepción, todos los personajes tienen luces y muchas, muchas
sombras. Cada uno tiene un secreto, un motivo, un sufrimiento, para actuar de
la manera en que lo hace. Y puedes entenderlos a todos, te abre la mente.
Te hace reflexionar y mucho sobre las circunstancias
extremas en las que uno puede verse en la vida. Te abre la mente, adquieres
dosis de empatía incluso con quién nunca te hubieras imaginado tenerlas. Te
hace emocionarte. Te hace estar en tensión todo un capítulo de tal manera que
estás sentado en el sofá pero a la vez levantado hasta que llega el desenlace y
lo gritas como si fuese el gol que da la victoria a tu equipo en la Champions, en
el 93 (o en el minuto que sea).
Yo no sé de verdad que más puedo pedirle a una serie que lo
que me ha dado Juego de Tronos. Y tardé mucho en verla, vi toda seguida al
acabar la séptima para llegar a tiempo a la octava. Y ahora sé que me va a
costar mucho hacerme a la idea de que no habrá más y sé también que su historia
y sus personajes se quedarán a vivir conmigo toda la vida.
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