El otro día me acordé de los
estorninos de Huesca. Cuando era pequeño, fuimos a visitar a mi bisabuela a
Huesca. Recuerdo que la casa estaba en El Coso, que es la calle principal de la
ciudad. El salón de casa de mi bisabuela era muy grande y tenía unas ventanas
también muy grandes. Es así como yo lo recuerdo, y la verdad es siempre el
recuerdo propio que uno tiene de sus vivencias, por más que venga alguien a
decirte que "no sé qué no fue así".
El caso es que esas ventanas tan
amplias daban a un parque en el que recuerdo que había árboles muy altos. Mi
memoria recuerda un cielo gris de invierno aragonés, que viene, como buen
aragonés, acompañado de un frío testarudo que no te deja en paz hasta que te
rindes y le das la razón.
Ahí, alguien, que no consigo
recordar quién fue, me habló de los estorninos que se veían cada tarde por el
parque delante de casa. Y el caso es que tenía razón. Cuando llegó la hora, que
podían ser las seis de la tarde, puntuales, los estorninos hacían su aparición
en aquel escenario que tenía delante de mí. Eran muchísimos, y se movían de un
lado a otro todos juntos. Además, hacían mucho, muchísimo ruido. No sentí miedo,
pero sí me impresionó aquello, el silencio y la quietud de la tarde rotos de
repente por aquella bandada de pájaros.
Son esos recuerdos, esas imágenes
que a uno le impresionaron en cierta época de su vida y que ya se quedaron a
vivir dentro de ti. Memorias que atraviesan todas nuestras sensaciones y que
permanecen vivas como sólo permanece lo extraordinario que sucede en nuestras
vidas. Porque aquello realmente fue algo extraordinario, y no sé en qué momento
a uno le deja de parecer extraordinario unos estorninos en un parque de Huesca,
pero si me atrevo a decir que ese es el momento en el que se echa a perder todo.
Si el coronel Aureliano Buendía "había
de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo",
yo siempre recordaré también aquella tarde en que alguien me habló de los estorninos
de Huesca y después me los enseñó. Creo que lo primero que haría si vuelvo a
Huesca sería coger un taxi y preguntarle al taxista si sabe si los estorninos
siguen pasando por el parque ese que hay cerca del Coso.
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