Hace un año comencé una aventura maravillosa. Lo llamo aventura porque las aventuras suelen suceder de manera inesperada y así sucedió en este caso. El 17 de enero de 2019 empecé a trabajar como vigilante de sala en el Museo del Prado. Y puedo decir, un año después, que este trabajo me ha cambiado la vida de una manera que nunca pude llegar a sospechar.
Recuerdo la llamada el día antes
del sorteo del Gordo para ofrecerme una interinidad. Como no sabía muy bien el
límite de tiempo que eso tenía, pregunté trescientos ochenta y siete veces si
mal no recuerdo que qué era eso de la interinidad. No sé cómo tuvieron tanta
paciencia. Al final, dije que sí, menos mal.
Y entré a trabajar el 17 de enero
de 2019. Y lo hice por la puerta grande, porque me tocó en la galería central. Estaba nerviosísimo. Y sobre todo, estaba expectante por saber cómo
sería aquello. Estudié Periodismo, aunque he trabajado de todo un poco, y
aquello era algo que no tenía nada que ver con ninguno de los trabajos que
había realizado con anterioridad. Desconocía si me iba a gustar o no.
Ahora, después de un año, puedo decir
con total seguridad que es el trabajo en el que más feliz he sido de todos los
que he tenido. Y he tenido muchísimos, y muy variados, ya os lo digo. En cada
uno de ellos he aprendido y he conocido personas maravillosas con las que hoy
en día sigo teniendo relación. Personas que creyeron en mí desde un primer
momento y a las que estaré siempre agradecidas.
Pero lo que estoy viviendo en el
Museo del Prado viene a ser un cuento, un sueño. He descubierto una vocación
que no sabía que tenía, aunque podía sospecharlo. Siempre me ha encantado el trato con la gente, a
la que veo alguien perdido por la calle me lanzo a preguntarle si le puedo
ayudar. Le escuché a un buen compañero decir hace poco "mi único talento
es ser amable". Y me sentí identificado, porque me gusta ser amable y ayudar
en todo lo que pueda. Y es algo que el Prado me da la oportunidad de hacer a
diario. A mí me gusta mucho Madrid y
siento que trabajando en el Museo del Prado de alguna manera también estoy
representando a mi ciudad, y es algo que me hace sentir orgulloso, y por ello
procuro que las personas que visitan el Museo se lleven el mejor recuerdo
posible. Porque los recuerdos que te llevas de los sitios importan mucho.
Alguien podría decirme "pero
si no es de lo tuyo". Y qué, contestaría yo. Soy muy feliz en el Prado, he
descubierto un trabajo que me apasiona, y eso me hace sentirme muy afortunado. Además,
el ambiente de trabajo es una maravilla. Tengo que hacer una mención especial a
todos mis compañeros, porque sin ellos esta felicidad que tengo no sería plena.
He tenido la suerte de conocer a personas maravillosas, generosas y muy cariñosas. Puedo
decir que, en el año entero que llevo ahí dentro, nadie nunca me ha negado su
ayuda. Existe un compañerismo excepcional. Además, muchos
de ellos han estudiado Historia del Arte y encima aprendes con lo que te
cuentan. Y otro punto más a favor, es que son divertidos. Y es importante tener
gente alrededor que te haga reír en tu día a día.
Una de las cosas que más me han
gustado de este año en el Museo es todo lo que he aprendido. Antes de entrar, no
tenía mucha idea de arte. Y en todo este año he aprendido lo que no he
aprendido en 34 años, ha sido increíble. Y tener un trabajo en el que poder
culturizarte casi cada día es algo que considero un auténtico privilegio.
Privilegio como es el de trabajar
en un lugar como es el Museo del Prado, del que dijo Azaña que
era más importante para España que la monarquía y la república juntas. Yo me
cojo mi autobús cada día para irme a trabajar bajando toda la Castellana y soy
la persona más feliz, os lo digo. Y os confesaré que eso también me ocurre los
domingos y festivos que me toca trabajar. Ir a trabajar feliz cuando la mayoría
está descansando o haciendo planes. Nunca me lo hubiera imaginado.
Por eso estoy tan feliz. Porque
después de tanto tiempo con trabajos temporales, con esa angustia de fondo que
impide disfrutar la vida de manera plena, he encontrado un trabajo estable y
que además me apasiona. Qué fundamental es eso de la estabilidad para poder
tener un cierto orden en la vida.
Necesitaba contar todo esto
porque hoy hago un año en el Museo y siento que tengo que celebrarlo. Y una
manera de celebrarlo, de muchas, es compartirlo con
vosotros. Nunca sobra compartir que uno es muy feliz, supongo.