jueves, 26 de marzo de 2020

Diario del confinamiento IV: mirar a la pared


Paso el confinamiento del coronavirus mirando a la pared

Oli escucha vacas. Así es cómo empezamos la semana. Todo empieza el lunes por la mañana, cuando estoy en nuestra habitación, ella está en el salón teletrabajando y me llama. Voy y me dice esto: "Escucho una vaca". No sé ni qué decir. A las personas pueden ocurrirles muchas cosas raras en una cuarentena, he leído cosas en la prensa estos días. Pero en ningún lado he escuchado a nadie decir que una de esas cosas raras sea escuchar vacas. Se ríe, como hace todo loco cuando intenta demostrar su verdad, y me pide atención para que la escuche. Sí, algo oigo, pero tampoco mucho. Oli me dijo el otro día que no tengo un solo sentido que me funcione al cien por cien, que ni escucho bien, estoy un poco miope, mi olfato no es un prodigio, el tacto ni fu ni fa y el gusto ya tal.

Oli se pasa el lunes repitiendo de vez en cuando que escucha a la vaca. Establece varias teorías de lo que puede ser. Una de ellas me parece la más sorprendente. Dice que quizá se trata de una impresora 3D. La mañana del martes, el vecino de abajo, al que le hemos hecho gotera varias veces por los problemas de nuestra ducha, escribe a Oli. Oli se asusta porque piensa que otra vez hay gotera. Pero no. Le pregunta si tenemos goma elástica. Resulta que, atención, están creando máscaras con una impresora 3D y necesitan gomas para poder distribuir las máscaras. Oli tenía razón. Y lo que me deja loco de todo esto es que Oli sepa el sonido que hace una impresora 3D. Y por cierto, qué gran iniciativa la de nuestros vecinos y la de tanta gente anónima que está ayudando en lo que puede.

Llamo a mi abuela a la residencia. La escucho alegre, feliz y contenta. Me dice que está divina. Y me dice que si estuviese con su marido, que falleció joven, se pasarían el día entero bailando. A lo mejor es lo más bonito que le he escuchado a alguien desde que todo esto empezó.

Ayer por la tarde vi una de mis pelis preferidas, Tiburón. La vi en Netflix. Esta semana veré la segunda, la tercera y la cuarta en el pack que me regaló Oli hace unos años. ¿Y por qué no viste ayer la primera en el pack también? Porque Oli decidió, con todo su amor, regalarme un pack de Tiburón en el que no estaba la primera película. Está hasta la cuarta parte, titulada "Tiburón: La venganza" que yo creo que ni he visto, pero no está la primera. Es algo de lo que solemos reírnos.

No sé cuántas sagas podrían hacerse de la vida de cada uno de nosotros. Puede que algunas vidas no den ni para una sola peli, sino más para un documental como esos que hacen de la vida de los futbolistas. En todo caso, imagínate que te pones a ver la peli  de la vida de alguien y te la ponen por la segunda parte. Te faltaría un contexto. En la primera parte de la vida de cada uno nacen los miedos, los anhelos y las ilusiones. Si no ves la primera, te va a costar mucho entender la segunda y las que vengan.

Mientras veía Tiburón, me asaltó un temor. No sé si empezar con Spielberg en la segunda semana de confinamiento es gastar balas. Intento no pensar mucho en ello mientras veo la peli pero la duda no se me va de la cabeza. Me queda Parque Jurásico, Indiana Jones, E.T, Encuentros en la Tercera Fase, y más. Y es cierto que son pelis que podría ver en bucle y no cansarme. Pero no sé, igual a Spielberg hay que reservárselo para cuando nos digan que, ya de verdad, esta es la última semana en casa. Pasar una última semana de confinamiento viendo todas las pelis de Spielberg, que alguien me diga si se le ocurre un plan mejor. Por si acaso, tiraré de otras que no sean Spielberg: Superman (la del 78, la buena), El Caballero Oscuro, El Silencio de los Corderos.

Aplazan los Juegos Olímpicos. Me daba mucho miedo esta noticia. Para los que amamos el deporte más allá del fútbol, los Juegos Olímpicos son algo extraordinario. Es un gran momento y lo que más me gusta es el protagonismo que cobran de repente un montón de deportistas que no ganan tanto como los futbolistas y que tienen mucho más mérito que ellos. Después los focos se van y nos olvidamos de ellos, pero durante un mes son protagonistas mundiales. Parece que se celebrarán en 2021. Y parece que el organizador tiene el TOC de los números pares. Porque aunque sean en 2021, se seguirán llamando TOKIO 2020. Os puedo prometer que yo no tengo nada que ver.

Una compañera de trabajo me dice, hablando un poco del confinamiento, que a ella lo que le agobia es cuando tiene muchos planes y no puede quedarse mirando la pared. Quedarse sin tiempo para mirar a la pared. Me gustan las frases que son descubrimientos. Las ideas que cogen a la realidad y la ponen del revés. Que le dejan a uno descolocado. No sé, igual es lo que todos necesitamos, mirar la pared digo. A lo mejor estaríamos más tranquilos todos si mirásemos más a la pared en vez de andar espídicos perdidos por casa buscando actividades en todo momento.

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