Fui al médico para mi habitual revisión con el endocrino. Cogí feliz un taxi. Y le pedí ir por la Gran Vía. Me miró como diciéndome que por ahí
sería más caro. Y le dije que me daba igual. Me moría de ganas de ver la Gran
Vía, en serio. Y allá que fuimos. Fue impresionante, de verdad. Ya no solo la
Gran Vía en sí, sino todo. Desde hace un mes tenía la sensación de estar
encerrado en una isla y me preguntaba cómo estarían en las otras islas de
alrededor. Y de repente ves que en el resto de islas están todos igual. Todo vacío. Y de alguna manera, te
reconforta ser consciente de que formas parte de un sacrificio común. Al volver,
me cojo otro taxi y la taxista me dice que me llevará por el centro sin yo
decir nada. Por dentro sí que la contesto: "hágame el favor".
Oli me confiesa que las copas que tenemos son robadas. Y
además, utiliza el clásico "yo creo que te lo conté" que todos
utilizamos cuando confesamos un crimen de este tipo. A mí no me suena de nada. Lo
peor de todo es que en todos estos años en los que llevamos poniendo un
gintonic en casa en estas copas nunca me había planteado su origen. Si me hubiesen preguntado hubiera respondido "no te sabría decir",
que es una frase muy mía. A veces entiendo a Ana Mato.
Echo mucho de menos ir a un bar, pedir un café templado y
que me lo pongan ardiendo. Echo de menos que una persona que va sentada en
ventana de autobús me deje sentarme en el asiento del pasillo para después
bajarse en la siguiente parada y obligarme a levantarme. Echo de menos ir al
Proyecciones y quejarme con Oli de que han cambiado las palomitas y ahora
tienen demasiada mantequilla. Quiero decir que echo de menos esas pequeñas
cosas que me sacan de quicio y que ni loco se me ocurriría que pudiera llegar a
echarlas de menos en la vida.
Oli me dice a veces estos
días "contenta me tienes". Yo creo que es porque soy muy
payaso y la hago reír mucho. Pero igual me lo dice de forma irónica y está a
punto de tirarse por la ventana. No sé, uno nunca sabe si le dicen las cosas en
un sentido o en otro. Esas cosas son un verdadero lío.
La otra noche Oli recibió una notificación en el móvil. Su
padre, que es también mi suegro porque nos casamos y todo eso, se ha hecho
Snapchat. Y yo no sé si estoy preparado para empezar a recibir fotos de mi
suegro con un conejo en la cabeza, por poner un ejemplo de las muchas posibilidades
que ofrece esta red social. De la posibilidad de que se haga Tik Tok prefiero
no hablar.
Me acuerdo de personas que ya no están, pero no de una
manera triste ni nada de eso. Por ejemplo, de
mi abuela Loli. Para que os hagáis una idea, Loli era como el personaje de
Mariví Bilbao en Aquí no hay quién viva. Y con mi padre nos reímos porque
creemos que a ella nadie podría convencerla de quedarse en casa, y pobre del
policía que tuviese que decirla que no se puede andar por la calle. Y me
acuerdo de la Lala, mi bisabuela, a la que pude disfrutar gran parte de mi
infancia. Se pasaba el día haciendo ejercicio en casa la tía, era algo
impresionante. Teníais que verla. Y pienso que ella ahora podría ser youtuber
enseñándonos a todos ejercicios para hacer en casa, ya os lo digo.
Suena el despertador el lunes por la mañana y Oli grita que eso es mentira, es lo primero que dice ese día. A mí me parece sencillamente maravilloso, una obra maestra. Creo que todas las personas todos los lunes le gritaríamos al despertador: "¡Eso es mentira!" Me parece un descubrimiento eso de decirle a la realidad que no mienta.
Salgo a comprar y me encuentro a varios reputados
epidemiólogos del barrio en el que vivo paseando a sus perros. Cada español
lleva un epidemiólogo dentro es el nuevo cada español lleva un seleccionador
dentro ahora que no tendremos Selección en mucho tiempo.
Estamos viendo la tercera temporada de The Crown. Es una
serie lenta, pero lo que más me gusta es la cantidad de cosas que aprendes con
ella. En el último capítulo
que hemos visto, la reina está inquieta y algo triste porque su hermana ha
triunfado en una visita a los Estados Unidos. Su marido habla con ella y le
dice que su hermana es una persona deslumbrante. La Reina le contesta
diciéndole que estaría bien ser deslumbrante a veces. Yo me identifico con ella
porque me considero una persona bastante anodina, un "sin sangre" que diría mi padre, y a veces también pienso que estaría bien ser deslumbrante alguna vez en la vida.
He recuperado una vieja afición, el ajedrez. El problema que tengo con el
ajedrez, me doy cuenta, es que juego como me muevo por la vida, lo
que yo llamo "a ver qué pasa". Muevo un peón al tuntún y voy viendo qué va ocurriendo. Quiero decir que para qué voy a
planificar una gran operación de jaque mate si seguramente luego acabe
sucediendo una calamidad. Soy incapaz de pensar a largo plazo. Me planteo metas
realistas y cercanas, si aparece un peón al que pueda matar, voy y lo mato. Y de repente van y me comen la reina. A veces pasa. Hay gente a la que las cosas les salen siempre bien y nunca les comen la reina, qué tíos.
Hemos empezado a tirar de Friends, uno de esos recursos que
nunca fallan. Y el otro día va Netflix y me pregunta si todavía estoy viendo
Friends y me da dos opciones: sí, seguir viendo, o salir. La pregunta me
resulta molesta. Y me da por pensar que ojalá la vida te sacase esta pregunta
en una pantalla en determinadas ocasiones: "¿Todavía piensas en esa
persona? Salir". "¿Todavía no has perdonado? Salir." Incluso
pienso que no estaría mal que esta pregunta le saliese a determinados
dirigentes: "¿Todavía no crees en el cambio climático? Salir." "¿Todavía
recelas del feminismo? Salir." Sería todo más sencillo si la vida nos
sacase esa pantalla de vez en cuando y le pudiésemos dar a salir y ya.
Las ruedas de prensa telemáticas se han convertido en lo mejor de mis días. Son un espectáculo surrealista. Las veo por interés informativo, pero, y sobre todo, por el momento de las preguntas de los periodistas. El otro día a un periodista se le metió la hija en la habitación a contarle muy contenta que había hecho una M. Además, aparecen medios muy extraños de los que uno no tenía conocimiento: "y ahora es el turno de las preguntas para RadioEspejo Canario". RadioEspejo Canario, eso qué es. Estoy pensando seriamente en acreditarme cualquier día y decir que soy de Caballo y Sabueso. Que todas las noches sean noches de boda y que todas las ruedas de prensa sean ruedas de prensa telemáticas.
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