Me comí un bulo. Quiero empezar por ahí, porque me paso la
vida diciéndole a los demás que tienen que tener mucho cuidado y que hay que
contrastarlo todo y luego voy y soy yo el que se come un bulo. Fue el vídeo en
el que se ve a los manifestantes de Núñez de Balboa con el himno antifascista
del Bella Ciao. Era un montaje. Y me lo creí por completo hasta que me enteré
de que era una manipulación de imagen y sonido.
Otra vez la duda eterna. Hablar o no hablar de política aquí
y en redes sociales. Un dilema que me viene de vez en cuando y que suelo
resolver siempre de la misma manera, que es seguir haciéndolo. Pero es que además
no me cansaré de decir que "la política" es algo que te afecta en tu
vida diaria y que es algo en lo que hay que mojarse. Cuando tengo la duda suele
ser porque me da miedo que alguien se pueda sentir ofendido por algún
comentario y no quiero que ninguna relación personal se vea
dañada por esto. También intento siempre expresarme con cuidado pero cuando digo intento es eso, intento, porque no siempre creo
que lo consiga.
No lo he dicho en ninguna entrega de este diario, pero
durante estos meses he escuchado mucha banda sonora en Spotify. No es una
novedad, suelo hacerlo. Al que más escucho es a John Williams. Lo que voy a
decir es una obviedad, porque no siempre se pueden escribir cosas que nunca
nadie haya dicho antes. Pero me fascina que alguien cree una música
y ya siempre se asocie esa música a ese personaje o a una situación. Que tú
estés en el mar bañándote y un amigo te haga la broma de la música de Tiburón
aunque hayan pasado cuarenta y cinco años, a eso me refiero.
El viernes se anunció que pasábamos a la Fase 1 en Madrid. Explosión
de alegría en Twitter y en los whatsapps. Por fin podríamos reencontrarnos. Pero también tuve que leer un comentario de alguien que decía "Madrid
pasa a Fase 1, qué horror" y otros del tipo "yo me quedo en fase 0, por
responsabilidad". A mí me parece genial que tú te quieras quedar en casa, pero
deja a la gente que lleva dos meses encerrada que se alegre de poder ver a sus
familias y amigos. Hay gente a la que yo dejaría en fase 0 toda la vida.
El lunes fue un día bonito en Madrid. Yo creo que todo el
mundo fue a reencontrarse con sus familias. Yo fui uno más. Me puse muy contento de ver por fin a mis padres y a mi
hermana. Y también a Trampas, el perro de mi hermana. Fue gracioso porque
después de dos meses, lo primero que hicieron mis padres al verme fue regañarme,
como buenos padres. Lo hicieron por haber ido sin mascarilla en el ascensor. Y
ya lo más gracioso es cuando le pregunté a mi padre si le podía dar un beso o
no y me dijo "no" sin pensarlo.
Cuando se anunció el pase a la fase 1 empecé a ver que mucha
gente decía que ya habían llamado a su bar para
reservar terraza. Y me agobié por algo que me suele agobiar a veces. Se trata
de que no tengo un bar. No en propiedad, sino que no tengo un bar típico que
pueda considerar "mi bar" como muchas personas. Eso es algo que a mis
padres nunca les ha pasado, porque a fuerza de repetir en los mismos lugares, les
conocen y eso siempre es bueno. Yo quizá tenía el Palentino, pero es que el
Palentino era el bar de toda una generación. Si hablamos del Palentino, hablamos
casi más de una religión que de un bar. Desde que cerró, no hay un bar que
haya sentido como propio.
Por fin también nos reunimos con amigos en una terraza. A mi hermana y a mí nos gusta juntar a nuestros amigos y llevábamos sin poder hacerlo todo este tiempo, claro. Así que por fin nos juntamos nueve, entre amigos suyos y míos, a tomar unas cervezas y unos tintos de verano en una terraza, recuperando poco a poco la vida cotidiana.
Se retira Aduriz, una leyenda del Athletic de Bilbao y del
fútbol español. Jugadores como Aduriz hacen que el fútbol sea más de verdad. Y
en un mundo como el de hoy, cualquier persona que consiga que cualquier cosa
sea más de verdad es una persona a la que hay que estar muy agradecido. En su
despedida, al hablar de la final de Copa que no podrá jugar, aseguró lo siguiente:
"el equipo hubiera sido peor conmigo". Sobran las palabras.
El lunes fui a una terraza cerca de casa con Oli. Vimos
alguna escena de reencuentros pero una especialmente entrañable. Unos abuelos
que se reencontraban con sus nietos. La señora era para darla un abrazo detrás
de otro. Se le iluminaban los ojos y nos miraba a Oli y a mí y nos explicaba:
"es que no nos hemos visto nunca". A la parte irracional de mí le
divirtió mucho pensar que realmente esos dos señores no conocían de nada a la
pareja joven y a los dos niños con los que estaban sentados en la mesa.
Con tanta mascarilla por la
calle y en el autobús y en el metro me acordé de lo que decía Oscar Wilde, que
si le dabas una máscara a un hombre te dirá la verdad. Quizá con la mascarilla
nos sintamos protegidos y nos volvamos todos más sinceros, yo que sé.
El sábado 6 de junio abre sus puertas de nuevo el Museo delPrado. Tengo muchas ganas de volver a mi vida normal, de volver a un lugar que tantas cosas buenas me ha traído, de ver a mis
compañeros y abrazar a los que se dejen, y de volver a estar rodeado de cuadros y resolver dudas a los visitantes.
Ayer busqué el verano por primera vez este año. Yo es que me paso la
vida buscando el verano. Para irme a dormir la siesta, bajé bastante las
persianas y dejé abierta la ventana para que pasase un poco de aire. Busqué una
siesta de verano, que son las más felices de todas, con esa luz especial que
tienen las habitaciones en las tardes de verano.