jueves, 4 de junio de 2020

La sorpresa después del semáforo


Una mañana de sábado en Madrid, en Alonso Martínez

El sábado por la mañana, a una hora temprana, vi a estos tres sujetos en la zona de Alonso Martínez. Iban caminando a la vez de forma coordinada y cada tres pasos se agachaban. De qué otra forma se les puede calificar si no es de "sujetos". Han pasado cinco días y aún estoy tratando de entender qué es lo que hacían. Porque iba con Oli y a Oli no le gusta que haga estas cosas, pero de haber ido solo se lo hubiese preguntado. Odio quedarme sin saber la razón por la que la gente hace unas cosas tan raras.

El sábado, por cierto, fue un día de no parar. Fue un día de reencuentro con buenos amigos. Primero en casa de mi amigo Nacho, donde comimos unos cuantos (cumpliendo con el límite de diez personas, tranquilos, queridos policías de balcón) y pasamos una buena tarde. Y después con otros amigos en una terraza, en la que cayeron las primeras copas después del confinamiento y en la que nos acabaron dando las tres y media.

Nos han dicho que tendremos que llevar pantallas faciales en el trabajo durante un tiempo. Nos han mandado un vídeo en el que explican cómo hay que ponérsela. Yo soy una persona muy torpe, pero muy torpe, y me toca ir a trabajar el lunes por la tarde, pero estoy pensando en ir el día antes para cogerla y poder hacer prácticas en casa y no tener que andar agobiado el lunes antes de ir a mi sala tratando de ponérmela nervioso perdido. Los torpes somos personas precavidas, nadie lo piensa nunca, pero es así.

Leí una entrevista con Javier Solana en El País. Lo que más me gustó es cuando hablaba de Putin y contaba que tenía una buena relación con el presidente ruso pero que hubo un tiempo en el que Putin no se fiaba de él. Y entonces Solana, que ya me gusta mucho, pasó a gustarme muchísimo más. Quiero decir que el hecho de que un tío de la KGB de toda la vida no se fíe de ti es de lo mejor que te pueden decir. O no, según se vea, claro, porque si se mosquea demasiado, de repente va, te toca y ya tienes el plutonio, menudos son.

En un semáforo cerca de casa, un padre con dos niños pequeños les dice que cuando crucen estarán más cerca de la sorpresa. Y yo voy y me pongo nervioso como si la sorpresa también fuese para mí. Y miro con mucha curiosidad al otro lado del semáforo pero no veo nada ni a nadie. Se pone verde y cruzamos y cada vez estoy más nervioso y por si acaso no les pierdo de vista por si son magos y mi semáforo es una especie de andén nueve y tres cuartos. Pero nada, cruzan el semáforo y se van en otra dirección. Y me quedo sin saber cuál es la sorpresa y con ganas de preguntárselo.

Vi que varias personas mencionaban en Twitter la película de "Arde Mississippi" a raíz de lo que estaba ocurriendo en Estados Unidos tras el asesinato de George Floyd (sí, he escrito asesinato), así que me animé a verla el fin de semana. Y me gustó mucho. Me pareció muy dura, pero me gustó mucho. Está basada en el caso real de tres activistas por los derechos civiles que fueron asesinados por el Ku Klux Klan en 1964. Hay un momento de la peli en el que un personaje se pregunta de dónde sale todo ese odio. Otro personaje afirma que nadie nace odiando. Y es así. Por eso es tan fundamental una educación basada en valores como igualdad, libertad, justicia y fraternidad.

He acabado la serie de Baron Noir. Menuda serie, madre mía. Yo es que soy muy entusiasta, ya lo sabéis muchos, y a veces creo que mi crédito se agota cuando hablo bien de cualquier cosa. Pero es que es una serie maravillosa. Trata sobre la vida política francesa contada desde las intrigas que ocurren dentro del partido socialista. Está llena de referencias a la historia y me ha servido para aprender también. Y tiene muchas lecciones no solo de política sino de la vida misma. De saber sacrificarse y aceptar derrotas para salvar ciertas situaciones. Se la recomiendo a todo el mundo.

Por fin nos han arreglado un azulejo roto en el baño. Lo teníamos así desde hace un año, me parece. Y esta semana por fin nos lo han arreglado y ya está todo bien. Y pensé que qué bien está todo cuando dejas de tapar algo. Porque tú te acostumbras a tener eso así en el baño y normalizas algo que no se puede normalizar. Y el día que lo arreglan te das cuenta de que estar bien de verdad es eso, y no lo lo que tenías antes. Porque además, el que viene de fuera y ve que te falta un azulejo se sorprende y te lo dice, pero qué tienes ahí. Porque desde fuera siempre se ve todo, desde dentro muchas veces no.

En el museo nos han dicho que de momento iremos sin uniforme. Nos recomiendan vaqueros o pantalones oscuros y camisa blanca. Me acordé de muchas noches de verano en Calafell. Salíamos muchas noches pero había algunas, pocas, en las que me ponía una camisa blanca que tenía y que me gustaba mucho. Y siempre que me encontraba con los amigos, uno de ellos, Pepe, me decía sonriendo: "camisa blanca eh". Pepe, y otros, sabían que si me ponía la camisa blanca esa noche podía ocurrir cualquier cosa. Me hace gracia pensar que aquel "uniforme" de las grandes noches de verano vaya a ser ahora mi "uniforme" para el Museo.

Me reí mucho con la respuesta que le dio Salinger a un admirador que le escribió una carta. Algo había en la calidad de la tinta de la carta que le llamó la atención. Tras agradecerle sus palabras y decirle que estaba de acuerdo con muchas de sus posiciones, le dijo esto: "Para mí, ante todo, usted es un joven que necesita una cinta de máquina de escribir nueva. Dese cuenta de este hecho, no le dé más significado del que merece y luego continúe con lo que quede del día". Sobre todo el final de la frase me parece sublime y me gustaría que todos lo utilizásemos en nuestra vida diaria. Por ejemplo, "Guille, te has colocado mal la pantalla facial, date cuenta de este hecho, no le des más significado del que tiene y ahora continúa con lo que queda de día".

El lunes que viene comienzo a trabajar en la edición de la novela con la editora. Tengo que darle caña al primer capítulo y mandárselo. Y así con cada capítulo. El proceso está previsto que dure hasta el mes de septiembre u octubre. Hay que trabajar a fondo cada capítulo, pulirlo todo hasta que podamos decir que no se puede mejorar más. Llevo esperando este momento desde hace meses. Me lo tomo como un máster casi, y sin el casi. Y me ilusiona muchísimo. Y las ganas que tengo de poder ir contándole a la gente más detalles, lo que me tengo que morder la lengua en reuniones con amigos. Poco a poco podré contaros más, un poco de paciencia, para mí el primero.

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