Foto de Donald Trump abandonando la Casa Blanca. AFP. |
Aunque 2021 comenzase con el susto del Capitolio, ayer todo mejoró mucho. Biden tomó posesión, Harris hizo historia y Trump se fue a su residencia de Florida. Y quizá lo mejor no sea todo esto sino lo que esto ha supuesto para el ejército conspiranoico mundial de la extrema derecha. Todos los seguidores de Qanon estuvieron pensando que ocurriría algo que lo cambiaría todo. Y cuando no sucedió, muchos tuvieron una crisis de fe mientras otros intentaban animarles a seguir creyendo en el plan. Creo que esto es muy positivo para la democracia y las libertades a nivel mundial. La internacional derechista que coordina Steve Bannon se ha quedado sin su gran líder y hay que alegrarse por ello.
El delirio de los conspiranoicos es mucho peor de lo que pensaba. Llevo unos meses leyendo artículos sobre ellos, pero una cosa es leer sobre ellos y otra muy distinta verles en acción. Esta semana me metí en Telegram y he estado siguiendo sus canales tanto a nivel de Estados Unidos como de aquí, de España. Alucinaba tanto que tuve que pedirle a mi buen amigo Iván que se metiese también porque sabía que me seguiría. Iván siempre me sigue si hay una buena historia detrás. Necesitaba compartir con alguien las locuras de miles de personas que hay en esos grupos. Sí, miles. Y pensarse que son inofensivos o tomárselos a risa está muy bien. Pero un día tratan de asaltar el Capitolio o el Bundestag en Berlín como sucedió en agosto y ya dejan de ser tan graciosos, creo.
El otro día fui con Oli por tercera vez a intentar ver a Nico en una ecografía 5D. Ya habíamos ido dos veces pero Nico ha salido rebelde y no se deja ver. Esta vez sí pudimos verle mejor, porque decidió no ponerse las piernas y los brazos en la cara y tuvo el detalle de solo ponerse un pie en la cara. Bien Nico, hijo, vamos mejorando.
Hablando con el chico de la ecografía, nos contó que estuvo viviendo en Saint Paul, Minnesota durante un año, porque tenía familia allí. Claro, a Oli y a mí se nos iluminó la mirada cuando nos lo contó. Nos pareció lo más eso de haber vivido un año en Minnesota. Con el entusiasmo en todo lo alto, Oli añadió: "porque claro, eso es auténtico, no como Nueva York, que no es América" y entonces de repente nos convertimos en unos seguidores de Trump a los que únicamente les faltaban unas gorras rojas.
Hoy es 21 de enero. Un 21 de enero del año 2000 ETA rompía su tregua con el gobierno de Aznar y asesinaba con un coche bomba al teniente Pedro Antonio Blanco. Fue en mi barrio y quizá fue una de las peores mañanas de mi vida. No se me olvida el momento de estar atándome los cordones sentado en la cama frente a la ventana de mi habitación y el ruido brutal de la explosión y el temblor de los cristales. Y el pensar, una vez que se supo exactamente dónde había sido, que mi madre pasaba por ahí con su coche cada mañana y que le quedaban sólo unos minutos para irse a trabajar.
Voy a volver a trabajar en la novela porque quiero mejorarla. Así que de momento se pospone todo. Prefiero trabajar un poco más en ella y pulirla lo que sea necesario. Me cuesta, porque ya pensé que había llegado al final de esta maratón y me he dado cuenta de que no, de que aún no estoy en el kilómetro 42, sino en el 37 o 38. Y el problema es que ahora mentalmente no estoy por la labor. Tengo la mente en otras cosas y con los cambios que voy a tener en mi vida en breve, no sé cuándo me pondré con ello. Pero algún día espero que podáis leerlo.
He terminado el libro de Salinger "Franny y Zoey" que en realidad son dos relatos distintos. Tienen que ver con la familia Glass, otra de las grandes creaciones del escritor neyorquino. Me han gustado mucho los dos, y como tantas veces con Salinger, no por la historia en sí, sino por cómo están escritos y por los personajes. De hecho, me ha vuelto a ocurrir: leo a Salinger y vuelvo a escribir.
Cuando nevó en Madrid hubo motivaditos que salían a la calle
con bastón de los de nieve. Pues resulta que uno de mis mejores amigos era uno
de esos, qué bochorno. Para los de fuera, a ver, durante esos días veías a
mucha gente normal, y gente muy mayor entre ella, que iba caminando por las
calles como buenamente podían, con cuidado, eligiendo caminitos más despejados
y si había que ir por parte de nieve o hielo, pues despacio y con prudencia. Y
luego, frente a toda esta gente normal, estaban los que yo llamo el club de los
motivaditos, entre los cuales estaba mi amigo, que lo sigue siendo a pesar de todo.
Hace unas semanas, salíamos del portal Oli y yo y nos fijamos en que había un operario retirando todas las pegatinas de los buzones, dejaba el piso pero retiró todos los nombres y apellidos. Y así se ha quedado, no se ve el nombre y apellido de nadie en sus buzones. Cuando lo vi, yo no sé si es que he visto muchas series, pero me pareció raro y se lo dije a Oli. De hecho, ¿sabéis en quién pensé? En Max, el pobre al que Carrie pide siempre que le haga el trabajo sucio en Homeland. Ese operario que retiraba las pegatinas con los nombres y apellidos de los buzones era Max en una misión.
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